domingo, 25 de enero de 2015

SOLO HAY UN CAMINO PARA PERDER PESO.


II

La amarga verdad acerca de cómo tener 
aspecto de persona hambrienta y delgada


   COMENZAREMOS con una buena noticia; todas las dietas para adelgazar son eficaces. Pero ninguna de ellas da resultados duraderos.
Las investigaciones acerca de los efectos a largo plazo de los regímenes de adelgazamiento demuestran que, al cabo de un año, el noventa por ciento de los que perdieron peso vuelven a aumentarlo. ¿A qué obedece esto? ¿Por qué la señora J., que tanto empeño puso durante seis meses en disminuir su talla, se encuentra con que nuevamente le están estrechos los vestidos que usaba hace un año?
El fracaso no hay que atribuirlo a la persona que ideó la dieta. Si la señora J. Perdió quince kilos en seis meses gracias a ella, es de suponer que perdería otro tanto en el siguiente medio año si continuase con el mismo régimen. Pero, por supuesto, no lo hizo. ¿Por qué habría de hacerlo? La meta que se propuso alcanzar cuando inició la dieta fue rebajar de 70 a 55 kilos, y al conseguirlo se sintió satisfecha.
Entonces abandonó la dieta. Se propuso no comer mucho, sino sólo lo suficiente para sentirse a gusto. No tomaría postres de dulce, sino una galleta de vez en cuando. Se permitiría un cóctel o dos, antes de la cena, pero no cacahuetes.
La señora J. Volvió así a lo que ella cree que es comer con moderación, y poco a poco, un kilo hoy y otro mañana, empezó de nuevo a ganar peso. No se había dado cuenta de que cuando comemos lo suficiente para satisfacer nuestro apetito, y nada más, hemos comido ya demasiado. La voz interior que nos dice: ¨Ya estás lleno, no comas más¨, nos habla siempre tardíamente. La verdad es que todo aquel que quiera estar delgado tiene que pasar hambre.
En doce años de práctica profesional he visto cómo el peso de centenares de pacientes sube y baja al mismo tiempo que nuevas dietas se ponen de moda y luego desaparecen. Es hora ya de que aceptemos el hecho básico que implica seguir un régimen para adelgazar.
Centenares de veces lo hemos oído negar; sin embargo, es cierto; las calorías cuentan. En realidad, son casi lo único que cuenta. Si alguien consume en veinticuatro horas más calorías de las que quema, esa persona subirá de peso. Si el consumo calórico es menor que el gasto, adelgazará. Se trata de un hecho incontrovertible. Si, por ejemplo, se consumen dos mil calorías y se gastan tres mil, las mil restantes que se utilizaron provienen de los tejidos del cuerpo, y en consecuencia el peso disminuye. (Dos personas que ejecutan el mismo trabajo diariamente, pueden gastar una cantidad diferente de calorías debido a que hay variaciones individuales del metabolismo.)
Existe además otro hecho al que rara vez se da suficiente importancia en los libros y artículos sobre dietética, y es que a medida que las personas van envejeciendo, su metabolismo se hace más lento. Por tanto, para mantenerse en el mismo peso, tenemos desgraciadamente, que ir comiendo cada vez menos a medida que se prolonga nuestra existencia.
¿Cómo saber cuántas calorías se pueden consumir al día? Lo más sencillo es seguir un régimen de 1.000 a 1.500 calorías, suponiendo que aun la persona más sedentaria quema habitualmente 1.800 calorías diarias. Pero hay otro procedimiento que yo suelo recomendar. En la primera entrevista, le pido al paciente que durante los tres días siguientes coma como de costumbre y anote todo lo que vaya consumiendo, sin olvidarse de las bebidas, los aperitivos, los entremeses. Luego se determina en una tabla de calorías a cuánto asciende el promedio de consumo calórico diario. Le aconsejo entonces al paciente que organice un menú que reduzca su consumo de calorías a la mitad. Si sigue este proceso, no hay equivocación posible.
Todas las dietas de adelgazamiento, tanto las de moda como las que tienen base científica, se proponen el mismo objetivo; reducir el consumo de calorías. Por supuesto, pocas de las dietas de moda lo dicen claramente, pues el lector se daría cuenta inmediatamente de que el régimen exige fuerza de voluntad, perseverancia y, lo peor de todo, hambre.
Por eso en las dietas de moda se hace hincapié en lo positivo; lo que se permite comer, como carne tres veces al día o todo el queso fresco que se quiera. Lo presentan de tal manera que el lector no advierta que se le pide que disminuya las calorías que consume. Hasta el tercer o cuarto día de haber iniciado la dieta no se dará cuenta de que no quiere más queso, y que el régimen no le va a resultar más fácil que los ensayados previamente. Las dietas de este tipo suelen dar resultado en parte porque si se come demasiado de un solo alimento, se pierde el apetito.
¿Son nocivas las dietas de moda? Habitualmente no, aunque, claro es, hay excepciones muy notorias. Suelo aconsejar a mis pacientes que tomen por lo menos cien gramos de hidrato de carbono, cien de grasa y cincuenta de proteínas al día. Al parecer, el organismo necesita estos alimentos para funcionar bien. Si se mantiene un equilibrio razonable en la dieta que se sigue, no surgirá ningún problema de desnutrición o avitaminosis, pero para estar más seguros, puede tomarse una pastilla diaria de un complejo vitamínico. También acostumbro advertir a mis pacientes que van a pasar hambre durante el tiempo que estén a régimen, pero que hay muchos alimentos de gran volumen y escaso contenido calórico, como la lechuga y el apio, que prácticamente no aumentan las calorías y sirven para llenar el estómago.
Después de cierto tiempo, algunas personas se acostumbran a comidas poco abundantes y ya no pasan hambre. Desgraciadamente, la mayor parte de la gente no se acostumbra a comer menos. Pero para perder peso y conservarse delgado es necesario habituarse a sentir hambre durante el resto de su vida.

POR EL DOCTOR WILLIAN A. NOLEN.

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