sábado, 24 de enero de 2015

PRECISIÓN, DIVINO TESORO.

En los momentos cruciales nada mejor que el dato escueto, objetivo y comprobado

NUESTRA seguridad y bienestar, incluso nuestra propia vida, depende del grado de confianza que nos inspire la precisión de las personas que tratamos. Por ejemplo, en julio de 1971, un reactor Boeing 747 sufrió un accidente al despegar en San Francisco. Afortunadamente no hubo muertos, pero algunas personas resultaron gravemente heridas. El piloto atestiguó que el encargado de las salidas le había dicho que la pista tenía 2.900 metros de longitud. Y así era, en efecto; pero, a causa principalmente de ciertos trabajos de construcción, sólo se podían utilizar 2.600. Esto hizo que el piloto calculara mal la velocidad de despegue y que ocurriera el accidente. Los investigadores llegaron a la conclusión de que este error de cálculo se debió a una serie de irregularidades, equivocaciones ligeras o falta de información. La vida de miles de pasajeros está en juego cada día, y depende de que ciertos datos de importancia decisiva para su seguridad sean transmitidos con escrupulosa y absoluta precisión.
El científico Hans Gruene, especialista en cohetes espaciales, recuerda un incidente ocurrido en la década de 1950, cuando trabajaba en el ingenio Redstone. Durante la investigación que siguió al fracaso de una misión de este cohete, un ingeniero descubrió cierto error que se había cometido inadvertidamente mientras él trabajaba en la fabricación del artefacto, e informó de inmediato a Wernher Von Braun, jefe del programa. En vez de la esperada reprimenda. Von Braun recompensó al ingeniero, porque, según declaró después, era de suma importancia saber exactamente dónde había estado el fallo.
El grado de precisión del programa espacial se revela en una declaración que hizo Von Braun hace varios años: ¨ El Saturno V tiene 5.600.000 piezas. Si al trabajar en él consiguiéramos un margen de seguridad del 99,9 por ciento, aún quedarían 5.600 partes defectuosas. Sin embargo, la misión A polo IV hizo un vuelo ejemplar, en el que ocurrieron sólo dos anomalías; con ello se logró una precisión del 99,9999 por ciento. Si un automóvil, que consta de trece mil piezas, estuviera construido con la misma exactitud, tardaría cien años en tener su primer fallo mecánico ¨.
La inexactitud o imprecisión en el lenguaje puede causar incidentes diplomáticos, e incluso, de un modo conceptible, llevar a una guerra. El diplomático inglés sir Harold Nicholson denunció ¨ los horrores de la vaguedad ¨. Y escribió al respecto: ¨ Lo esencial de la buena diplomacia es la precisión; su principal enemigo, la inexactitud ¨.
La carga de la Brigada Ligera, el famoso desastre de la guerra de Crimea, en el siglo XIX, se ha atribuido a órdenes vagas y mal comprendidas. Es posible que el ayudante de campo de lord Raglan aumentase la confusión al transmitir la orden a lord Lucan señalando vagamente los cañones enemigos que era necesario atacar. Como consecuencia, la Brigada Ligera se lanzó contra el grueso de las fuerzas rusas, en vez de asaltar un reducto del que los rusos retiraban desordenadamente sus cañones. Cualquiera que fuera la razón, el hecho es que, de los 673 jinetes británicos que se lanzaron a la carga, 247 resultaron muertos o heridos.
La precisión tiene importancia en cualquier empresa. Durante los Juegos Olímpicos celebrados en Munich en 1972, dos atletas norteamericanos fueron descalificados porque se entrenador había interpretado mal el horario y no señaló bien la hora en que tenían que llegar al estadio.
En materia de precisión, no se puede pecar por exceso. El director de una revista me preguntó en cierta ocasión si conocía a un famoso personaje que necesitaba ayudantes para redactar algunos escritos.
Sí; le conozco. Pero no estoy seguro de que él me conozca a mí_respondí_. He ido a verle por lo menos seis veces, y siempre han tenido que presentarme de nuevo.
El director intercambió una mirada significativa con un colega suyo, y luego me dijo:
_Se lo preguntamos porque usted nos había dicho que le conocía, pero cuando pedimos referencias por teléfono a este señor, nos contestó que no sabía quién era usted. Ahora ya lo entendemos.
Y me dieron el empleo.
Pocos directivos consideran que la precisión sea una virtud especial; simplemente cuentan con ella. Las afirmaciones vagas parecen llamar la atención de manera especial; sin embargo, el hábito de la precisión es mucho más ventajoso a la larga.
Quienes tienen por costumbre ser precisos lograr inspirar confianza y la gente cuenta con ellos; así se convierten en los más viables candidatos para cargos de responsabilidad. Después de todo, si usted tuviera que elegir entre una persona que sólo hace conjeturas y otra que se atiene estrictamente a los hechos, ¿ en cuál de las dos confiaría ?
La imprecisión desquicia todo tipo de relación humana. En una reunión, el individuo que al presentarnos comete alguna inexactitud demuestra no tener quizá mucho interés por nosotros. ¿ Cuántas discusiones matrimoniales han surgido al dar un paseo en automóvil por decir con vaguedad: ¨ Por ahí ¨, en vez de: ¨ La próxima a la izquierda ¨, o ¨ De frente ¨ ? En cambio, la exactitud suaviza las relaciones, evita los equívocos y nos ayuda a vivir en paz.
¿ Cómo aprender el arte de la precisión ? He aquí algunos consejos al respecto:
  1. Busque o compruebe los datos en fuentes fidedignas. Vivimos en una época de opiniones instantáneas, argumentos prefabricados y falsas estadísticas. Por ejemplo, todos ¨ sabemos ¨ que un divorcio lleva a otro. El hecho sin embargo, es que un enorme porcentaje de que las personas que se divorcian no se vuelven a casar, o si lo hacen, no rompen de nuevo el vínculo.
    Los hechos no siempre son conocidos o fáciles de interpretar, pero debemos comprobarlos de modo que sepamos por lo menos cuáles se tienen por verdaderos. Además, debemos dar la debida importancia a todos los hechos pertinentes, evitando aceptar sólo los que nos favorecen y pasar por alto los que debilitan nuestra opinión.
  2. Adquiera el hábito de la precisión en buenos libros de consulta. La exactitud no sólo radica en consignar hechos comprobables; incluso también la ortografía, la puntuación, la sintaxis, la medición, el contexto, la pertinencia... en una palabra, la precisión. Esto lo aprendí de mi primer jefe, reportero local de un periódico. El me enseñó que una puerta no es un portal; que ¨ no hay informes de heridos ¨ no significa ¨ no ha habido víctimas ¨, y que un hombre acusado de robo no es necesariamente un ladrón.
Descubrir la verdad no siempre resulta fácil. C, L. Sulzberger, corresponsal de The New York Times, informa que una vez, jugando a las cartas con Dwight Eisenhower, Averell Harriman, Alfred Gruenther y Dan Kimball, secretario de Marina de los Estados Unidos, se hablaba de las memorias de James Forrestal, primer secretario de Defensa. Todos ellos habían asistido a cierta reunión mencionada en un libro, y estaban de acuerdo en que el relato que hacía Forrestal era erróneo. ¨ Pero cuando les pregunté cuál era la visión auténtica, todos discreparon ¨,
Situaciones como ésta ocurren constantemente. Y descubrir los hechos requiere que valoremos con cuidado las pruebas contradictorias y fundemos una observación en otra. Para esto hace falta disciplina y un prudente escepticismo. La persona que tiene el hábito de la precisión prefiere muchas veces no dar su opinión a hacer conjeturas descabelladas. Y está más dispuesta que la mayoría de las personas a confesar con la mayor honradez; ¨ No lo sé ¨.
En su forma óptima, la precisión es una facultad mental que entraña ser concienzudo, cuidadoso, paciente y razonable, Y en última instancia es también capacidad creadora, pues no sólo busca los hechos, sino que, antes que nada, los descubre.

POR EVAN HILL



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