martes, 25 de noviembre de 2014

TODO SE PONE COMPLICADÍSIMO...


   ¡ Simplifícalo !

     Ven, vamos a hacer de cada año el  ¨Año de la Gente ¨.
    Están de más el año del sabio, el del obrero, el del político, el del astronauta o el del patriota. Nos sobra el año de la administración, el del computador y el de la psicoterapia. Y el año del hombre, y el de la mujer. Cuánto más sencillo es un ¨Año de la Gente ¨común y corriente en el día de cada día y bajo un Sol que nos alumbra a todos.

   Este progreso vertiginoso en todas las esferas de la vida y los cambios continuos del mundo supermoderno nos pone la vida complicada.


    Dia a día se nos descarga encima más y más problemas desde los periódicos, la televisión y las emisoras de radio. La increible velocidad con que se extienden las noticias y problemas nos trae a todos mareados. La cabeza aturdida y el corazón desconcertado, vamos dando traspiés de acá para allá, sin meta ni esperanza.


    Para ser felices en este mundo lleno de lujos, cosas superfluas y superabundantes, nos falta una cosa:

     ¡ la sencillez !
     Plántate con las dos piernas cada mañana en la Tierra, en nuestra patria la Tierra, y di esto:

     ¨¡ Buenos, buenos días !

     Me alegro de vivir, de tener un techo encima, de que haya Sol, de que me guste la gente en mi pequeño paraíso, de que puedo trabajar y de que no necesito un coche enorme ni un abrigo de pieles para echarme a andar. 

       Tú, tranquilo... ¡ La cosa funciona !



EL AMOR NO MIRA
EL COLOR DEL PARTIDO

   la política bien hecha se fija antes que nada en la gente, En todas las reuniones, acuerdos y decisiones, la política auténtica se preocupa por el hombre en concreto, por su persona como individuo y como parte de la comunidad. La política auténtica dedica una atención muy especial a los problemas y apuros de la gente débil y sin poder. Hay que podar, si es preciso, los árboles más altos para que les llegue a las plantas de abajo la luz, el aire y la vida... y ese poco de Sol que todos sin  excepción necesitamos.
EN POLÍTICA: ¡ VOTA POR EL CORAZÓN !

A LA IZQUIERDA: 
PERSONAS.
A LA DERECHA:
PERSONAS.
POR TODAS PARTES:
PERSONAS.

  Salgo a la calle y no veo personas de izquierdas ni personas de derechas, sino sólo personas.
   En el torbellino del trabajo, del autobús, del metro y del tren, no veo personas de izquierdas, ni personas de derechas, sino sólo personas. Personas que tienen prisa. Voy al hospital y no veo personas de izquierdas, ni personas de derechas sino sólo personas. Personas enfermas, personas que sufren.

    ¿ Por qué hacer distingos entre las personas ?
    ¿ Por qué pegarles una etiqueta ?
    ¿ Por qué pintarlas de un color ?
   ¿ Por qué separar a las personas en buenas y malas, amarillas
      y rojas en personas de izquierdas y de derechas ?
    ¿ Por qué ?

     El que separa a las personas en bloques, bandos y frentes, convierte a las personas en enemigas. ¨Izquierdas ¨y ¨derechas ¨son palabras que usa la propaganda del poder como un cuchillo de matarife para separar a la gente en ¨bloques políticos ¨y plantar en medio el odio. Le dice la izquierda a la derecha:
         ¡ Dictadura de fachas !
         Le dice la derecha a la izquierda:
         ¡Dictadura de rojos !

  Y se echan en cara unos a otros el mismo insulto infamante.
   ¡ Acabemos con ese delirio estúpido !
   ¡ Basta ya de crear banderías que llevan a la violencia !
   No conviertas a ninguna persona en cómodo blanco para    disparar sobre ella tu letanía de la violencia.

   Tienes dos manos, una izquierda y una derecha. Extiende una mano hacia la izquierda y la otra a la derecha para hermanar a las personas entre sí.

 TANTO SI VOLVEMOS A VERNOS COMO SI NO:
¡ BIENVENIDOS A MI CASA SIEMPRE !

    La hospitalidad sin más es un lujo de los pobres y de la gente sencilla. Ser hospitalario con cualquiera que te salga al paso quiere decir: que le ofrezcas el corazón, la casa y lo que tengas, pero de manera que el otro pueda aceptarlos como cosa natural, sin sentirse rebajado. Nunca trates de imponerte; tiene que mandar la espontaneidad.
      La hospitalidad no es cosa que se aprende. No sale de los libros.
      La hospitalidad es una vocación a abrirse y compartir.
   La hospitalidad es una pieza del enigma, del verdadero ser  humano.

      ¡ PASA Y SIÉNTATE ! APAGAREMOS LA TELEVISIÓN.

PHIL  BOSMANS

EL PRINCIPITO, DOS Y TRES.


   Viví así, solo, sin tener a nadie con quien hablar verdaderamente, hasta que hace seis años tuve una descompostura en el desierto de Sahara. Algo se había descompuesto en el motor. Como no me acompañaba ni un mecánico ni pasajeros, me dispuse a hacer yo solo una reparación difícil. Para mí era cuestión de vida o muerte. Apenas si tenía agua de beber para ocho días.

   La primera noche dormí sobre la arena, a mil millas de distancia de todo lugar habitado. Me sentía más solo que un náufrago en una balsa en medio del océano. Imaginaos, pues, mi sorpresa cuando, al despuntar el día, me despertó una extraña vocecita que decía:

    _¡ Por favor... dibújame un cordero !

    _¿ Eh ?

    _¡ Dibújame un cordero !

   Me levanté de un salto, como herido por el rayo. Me froté los ojos, miré en torno mío y descubrí a un extraordinario hombrecito que me examinaba detenidamente. He aquí, el mejor retrato que más tarde pude hacer de él, aunque mi dibujo, en verdad, es menos encantador que el modelo. Pero no es por mi culpa. Las personas mayores me desanimaron en mi carrera de pintor cuando tenía seis años, y sólo sabía dibujar boas abiertas y cerradas.

     Con ojos de asombro miré, pues, aquella aparición. No olvidemos que me encontraba a mil millas de distancia del más próximo lugar habitado. Además, aquel hombrecito no parecía perdido, ni muerto de cansancio, ni de hambre, ni de sed, ni muerto de miedo. No tenía en absoluto el aspecto de un niño perdido en el desierto, a mil millas de distancia del más próximo lugar habitado. Cuando, por fin, pude hablar, le dije:

     _¿ Pero... qué haces aquí ?

    Repitió muy lentamente, como si se tratase de una cosa muy seria:

     _¡ Por favor, dibújame un cordero !

     Ante un misterio tan impresionante, es imposible desobedecer. Por absurdo que aquello me pudiera parecer, a mil millas de todo lugar habitado y en peligro de muerte, saqué del bolsillo una hoja de papel y una pluma. Entonces recordé que había estudiado geografía, historia, cálculo y gramática, y le dije al hombrecito ( un poco malhumorado ) que no sabía dibujar.

      _¡ Qué más da ! _ respondió el hombrecito_ ¡ Dibújame un cordero !

        Como nunca había dibujado un cordero, rehice para él uno de los dos únicos dibujos que me sentía capaz de dibujar: el de la boa cerrada. Y quedé asombrado cuando escuche al hombrecito decir:

          _ ¡ No, no !No quiero un elefante dentro de una boa. La boa es muy peligrosa y el elefante muy grande. En mi casa todo es muy pequeño. Yo quiero un cordero ¡ Dibújame un cordero !

           Entonces dibujé un cordero. El hombrecito miró atentamente. Después dijo:

           ¡ No ! este está muy enfermo. Dibújame otro.

         Continué dibujando. El hombrecito sonrió con dulzura y dijo:

    _¿ No lo ves ? Eso no es un cordero, es un carnero. Tiene cuernos...

        Hice de nuevo el dibujo. Y el hombrecito lo rechazó también, como los anteriores.

       _ Este es demasiado viejo. Quiero un cordero que viva mucho tiempo.

        Me sentía impaciente, y como quería comenzar a desmontar el motor, garabateé a toda prisa este dibujo y se lo mostré:

         _Aquí está la caja, el cordero que quieres está adentro.

         Quedé verdaderamente sorprendido al ver cómo se iluminaba el rostro de mi joven juez.

         _¡ Es exactamente como lo quería ! ¿ Crees que necesitará mucha hierba este cordero ?

           _¿ Por qué ?

      _ Porque en mi mundo todo es muy pequeño. Alcanzará seguramente. Te he regalado un cordero muy pequeño.

            Dirigió la mirada hacia el dibujo y exclamó.
           _¡ No es tan pequeño !... ! ¡ Mira ! Se ha dormido... Y fue así como conocí al principito



TRES

   Tardé mucho tiempo en comprender de dónde venía. El principito, que no dejaba de hacerme preguntas, parecía no entender nunca las mías. Por palabras pronunciadas al azar pude, poco a poco, comprender el secreto. Cuando vio mi avión por primera vez ( no dibujaré mi avión porque es un dibujo muy difícil para mí ), me preguntó:

           _¿ Qué es esa cosa ?

           _ Esto no es una cosa. Esto vuela, es un avión, es mi avión.

   Me sentí muy orgulloso al explicarle que volaba. Entonces mi amigo exclamó:

           _ ¿ Cómo ? ¿ Has caído del cielo ?

           _ Sí _ le contesté con modestia.

           _ ¡ Ah, qué divertido !

    Y el principito lanzó una sonora carcajada que, no obstante, me irritó mucho. Siempre quiero que mis desgracias se tomen en serio. Después añadió:

         _ Entonces, ¿ tú también llegaste del cielo ? ¿ De que planeta eres ?

     Una lucecita me iluminó el misterio de su presencia allí. Le pregunté bruscamente:

        ¿ Vienes de otro planeta ?
  
      No me respondió. Inclinó suavemente la cabeza mientras miraba el avión.

         _ En esto no es posible que hayas venido de muy lejos...

       Y parecía que se hundía como en un ensueño. Así estuvo mucho tiempo. Después, sacó el cordero de su bolsillo y se ensimismó en la contemplación de su tesoro.

        Imaginad cómo me integró esta semiconfidencia sobre ¨otros planetas ¨. Me esforcé por saber algo más:

        _ Hombrecito, ¿ de donde vienes ? ¿ Dónde está tu casa ? ¿ Adonde quieres llevarte mi cordero ?

           Después de meditar en silencio, contestó:

         _ Lo bueno de la caja que me has obsequiado es que por la noche le servirá de casa.

          _ ¡ Claro ! Y si te portas bien, te regalaré una cuerda y una estaca para que lo ates durante el día.

             Mi proposición le pareció extraña al principio.

            _ ¿ Atarlo ?, ¡ Qué idea tan rara !

            _ Pero si no lo atas se irá a cualquier parte y se perderá...
   
            Mi amigo lanzó una nueva carcajada.

             _ ¿ Adonde crees que se irá ?

             _ No lo sé, a cualquier parte.

               Entonces,  el principito observó con gravedad:

              _ ¡ No importa, mi casa es muy pequeña !...

                Y con un poco de melancolía, quizá, añadió:

               _ ¿ A cualquier parte ? ¡ No puede ir muy lejos !

ANTOINE  DE  SAINT - EXUPÉRY


   

        





LOS REMEDIOS DE LA ABUELA, OTOÑO CAIDA DEL CABELLO Y ESTREÑIMIENTO.


En una ocasión, charlando ( ¨ platicando¨, que dicen los mayores en mi tierra ) unas cuantas personas en casa de una de las familias del pueblo, escuché una frase que me hizo pensar bastante, y es la siguiente: ¨ La gente somos como los árboles: ellos pierden sus hojas en otoño y nosotros el pelo ¨. Curiosamente, en vez de echarse a reír como si de un chascarrillo se tratase, los hombres asintieron taciturnos meneando la cabeza arriba y abajo. Más adelante supe que esto era una gran verdad, y especialmente el género masculino sufre una importante pérdida de cabello durante esta época.
Mi querida abuela tenía varias recetas contra la ALOPECIA, y una de ellas está especialmente indicada para estas ocasiones en las que el menoscabo del cabello no es crónico, sino que está provocado por circunstancias tales como, por ejemplo u como nos atañe, la llegada de la estación otoñal, ya que su uso fortalece el bulbo piloso e incrementa el riego sanguíneo periférico

Para confeccionarla necesitaremos:

  • ½ botella de ginebra de calidad.
  • 15 gramos de escrofulario.
  • 15 gramos de romero.
15 gramos de bardana.

Picaremos bien las hierbas secas en un molinillo y lo añadiremos a la ginebra, dejando macerar durante 12 días. A continuación filtraremos bien el preparado y le añadiremos ¾ de litro de agua destilada. Guardaremos este líquido en tres o cuatro tarros que cierren herméticamente.
La manera de utilizar esta receta es a modo de fricciones sobre el cuero cabelludo, a razón de una aplicación diaria con 7 u 8 cucharadas del preparado.

ESTREÑIMIENTO

Ya pasada la época más cálida, y cuando comienza a azotar el viento fresco y la lluvia, nosotros también cambiamos nuestros hábitos alimenticios: se comienza a tomar platos con más calorías, suele menguarse el consumo de frutas y las ensaladas pasan a un segundo plano. Esta variación en nuestra dieta origina, en muchas personas propensas a ello, un estreñimiento pasajero pero ciertamente molesto, fruto de un menor consumo de fibra y un aumento en la cantidad de grasas e hidratos de carbono refinados ( arroz, pastas, pan blanco, etc. ).
Conseguiremos un alivio rápido de nuestro intestino si seguimos este tratamiento, que no daña las delicadas paredes intestinales y, sin embargo, ejerce un efecto excelente en este tipo de estreñimientos eventuales:
Nos abstendremos de tomar alimentos después del mediodía, sustituyendo nuestra cena habitual por un plato compuesto por:

  • 150 gramos de zanahorias cocidas.
  • 100 gramos de dátiles sin pepita.
100 gramos de ciruelas dulces sin pepita
( en su defecto utilizaremos 50 gramos de ciruelas secas).
Dos cucharadas soperas de carbonato de magnesio
( a la venta en centros de dietética ).

Se machacarán bien los cuatro ingredientes o se pasarán por la batidora hasta formar un pure´, añadiendo un poquito de agua si la mezcla fuera demasiado espesa. Este plato resulta agradable de sabor y, si hemos tenido la precaución de ayunar desde la hora de la comida, a la mañana siguiente tendremos el éxito asegurado.
Este tratamiento tan sencillo y natural puede seguirse durante varios días si el estreñimiento es pertinaz, ya que no es agresivo con nuestro intestino y se compone de alimentos y sustancias de alto valor nutritivo.

ANA FDEZ. MAGDALENA

´UNO´ LAS VÍCTIMAS DEL HAMBRE Y EL FRÍO.


  El aire se extendía, silencioso y frío, sobre la vasta tierra. Las ramas de los altos abetos colgaban cargados de nieve, esperando los lejanos vientos de primavera. Los sauces escarchados parecían estremecerse bajo el influjo del aire gélido.

  A lo lejos, en aquella tierra de aspecto sombrío, grupos de gente cubierta con pieles y cueros de animales se acurrucaban en torno a pequeñas hogueras. Sus rostros curtidos reflejaban la desesperación ante la perpectiva del hambre, y el futuro no auguraba días mejores.

  Estos nómadas eran el Pueblo de la región ártica de Alaska, en perpetuo movimiento, siempre en busca de comida. Adondequiera que fueran los caribúes y otros animales migratorios, ellos los seguían. Pero el intenso frío invernal traía también otros problemas. El alce, su fuente predilecta de sustento, se guarecía en su refugio del duro frío, sin moverse, y resultaba difícil encontrarlo. Animales más pequeños y accesibles, como los conejos y las ardillas, no proporcionaban comida suficiente. Durante las épocas del frío, incluso los pequeños animales desaparecían, bien escondidos en sus guaridas, o bien diezmados por los predadores, ya fueran hombres o animales. Así que durante esa helada severa e inusual de finales de otoño, la tierra parecía desprovista de vida y el frío se cernía como una amenaza.

  Con las heladas, la caza exigía más energía que durante otras estaciones. Así pues, los cazadores eran los primeros a la hora de repartir la comida, pues el Pueblo dependía de su pericia. Sin embargo, eran tantos los que necesitaban alimentarse que la comida no tardaba en desaparecer, y a pesar de su esfuerzos, muchas mujeres y niños sufrían de desnutrición, y algunos morirían de hambre.

  En este grupo en particular había dos ancianas a las que el Pueblo cuidaba desde hacía muchos años. La mayor se llamaba Chidzigyaak, pues cuando nació sus padres le vieron cierto parecido con un pájaro carbonero. La otra anciana se llamaba Sa´, que significa ¨estrella ¨, porque su madre miraba el cielo nocturno de otoño, concentrada en las lejanas estrellas, para distraerse de los dolores del parto. Cuando el grupo llegaba a un nuevo lugar de acampada, el jefe mandaba a los jóvenes que construyeran refugios para las dos ancianas y que las abastecieran de leña y agua. Las mujeres más jóvenes arrastraban de un campamento a otro las pertenencias de las mayores y, a su vez, ellas curtían las pieles de los animales para quienes las ayudaban. Este acuerdo daba muy buenos resultados. Sin embargo, las dos ancianas compartían un defecto de carácter nada corriente en personas de aquella época. Se quejaban constantemente de achaques y padecimientos, y llevaban bastones para demostrar sus dolencias. Sorprendentemente, eso no parecía molestar a los demás, a pesar de que todos habían aprendido desde pequeños que los habitantes de una patria tan inclemente no podían tolerar esa debilidad. Pero nadie se lo reprochaba y las mujeres seguían viajando con los más fuertes. Hasta que llegó un fatídico día.
No era el frío lo único que llenaba el aire aquel día en que el Pueblo se reunió en torno a las hogueras, vacilantes y escasas, para escuchar al jefe. Era un hombre que sacaba casi una cabeza a los demás y, envuelto en el cuello de piel de su parka, habló de los duros y fríos días que vendrían y de lo que cada cual tendría que hacer si querían sobrevivir al invierno. Luego, en voz alta y nítida, anunció de repente:
_El consejo y yo hemos tomado una decisión. _Hizo una pausa, como si buscara fuerzas para proseguir-: Tenemos que abandonar a las ancianas.
Sus ojos recorrieron rápidamente el grupo a la espera de una reacción. Pero el hambre y el frío habían hecho estragos, y el Pueblo no pareció conmoverse. Muchos lo esperaban, y algunos creían que era lo mejor. En aquellos días, abandonar a los viejos en tiempos de hambruna era frecuente, aunque ésa era la primera vez que ellos lo hacían. La desolación de la tierra primitiva parecía exigirlo, ya que, para poder sobrevivir, la gente se veía forzada a imitar algunas de las costumbres de los animales. Al igual que los lobos más jóvenes y diestros se deshacen de un viejo líder de la manada, esa gente abandonaba a sus ancianas para poder viajar más rápidamente sin una carga adicional.
  La mayor, Ch'idzigyaak, tenía una hija y un nieto en el grupo. El jefe los buscó entre la multitud y comprobó que ellos tampoco habían reaccionado. Tranquilizado al ver que su desagradable declaración no había provocado ningún incidente, el jefe ordenó a todos que recogieran de inmediato sus posesiones. Sin embargo, aquel hombre valeroso, su líder, no fue capaz de mirar a las dos ancianas, porque ya no se sentía tan fuerte. El jefe sabía que el Pueblo, que había cuidado a las dos ancianas, no pondría objeciones. La dureza de aquellos tiempos anulaba de tal modo a los hombres que una palabra dicha a la ligera, o a una cosa mal hecha, desataba la ira entre ellos y empeoraba la situación. Así que los miembros débiles y derrotados guardaron el asombro para sus adentros, temerosos de la crueldad y la brutalidad que el pánico podía desatar entre esa gente que luchaba por la supervivencia. Sin embargo, a lo largo de los muchos años que las mujeres llevaban con el grupo, el jefe les había tomado afecto. Ahora quería irse tan pronto como fuera posible, antes de que las dos ancianas le miraran y le hicieran sentir peor que nunca en su vida.
Las dos mujeres siguieron sentadas, viejas y diminutas, ante la hoguera, con las barbillas orgullosamente erguidas para ocultar su sobresalto. De jóvenes habían visto abandonar a los muy ancianos pero nunca se habían imaginado que les tocara semejante destino. Miraban fijamente a lo lejos, aturdidas, como si no hubieran oído que su jefe las condenaba a una muerte cierta, abandonadas a su suerte en una tierra que sólo respetaba la fuerza y en la cual, ellas, ancianas y débiles, no tenían ninguna posibilidad de vencer. La noticia las dejó sin habla, sin capacidad de reacción y sin posibilidad de defenderse. De las dos, sólo Ch!idzigyaak tenía familia; una hija, Ozhii Nelii, y un nieto, Shruh Zhuu. Esperaba que su hija protestase; pero como ésta no lo hizo, se quedó más hundida que nunca. Ni siquiera su propia hija intentaba protegerla. A su lado, Sa! También estaba aturdida. La cabeza le daba vueltas, quería gritar pero ningún sonido salía de su garganta. Se sentía como si viviera una espantosa pesadilla en la que no podía moverse ni hablar.
Mientras el grupo se alejaba caminando pesadamente, la hija de Ch1idzigyaak se acercó a su madre llevando un haz de babiche, unas gruesas tiras de piel de arce que servían para fines diversos. La vergüenza y el dolor la obligaron a bajar la cabeza, porque su madre rehusó mirarla. Ch1idzigyaak siguió mirando, impávida, hacía delante. Ozhii Nelii estaba muy angustiada. Temía que si defendía a su madre, el Pueblo decidiera abandonarles a ella y a su hijo o, peor aún, que hiciera algo más terrible a causa de su estado de inanición. No se atrevio a correr un riesgo tan grande.Con estos terribles pensamientos y con la mirada triste, Ozhii Nelii imploró en silencio perdón y comprensión mientras posaba suavemente el babiche delante de su madre, imperturbable. Luego dio la vuelta lentamente y se alejó con el corazón encogido, segura de que la había perdido.
El nieto, Shruh Zhuu, estaba aturdido ante aquella crueldad. Era un chico extraño. Mientras los otros muchachos hacían alarde de su virilidad en competiciones de caza y lucha, él prefería ayudar a su madre y a las dos ancianas buscando provisiones. Su comportamiento resultaba ajeno a la estructura de organización del grupo, que cada generación aprendía de la anterior. Era costumbre que las mujeres se hicieran cargo de las tareas más pesadas, como arrastrar los toboganes cargados, y realizar las faenas más laboriosas, mientras los hombres se dedicaban a la caza para asegurar la supervivencia del grupo. Nadie se quejaba; así había sido siempre y así seguiría siendo.
Shruh Zhuu sentía mucho respeto por las mujeres. Veía cómo eran tratadas y no estaba de acuerdo. Y aunque se lo habían explicado una y otra vez, nunca entendió por qué los hombres no ayudaban a las mujeres. Pero sabía por experiencia que no debía discutir las reglas, porque sería una irreverencia. Cuando era más joven,Shuu Zhuu no temía expresar sus opiniones sobre este tema; la juventud y la inocencia le protegían. Más adelante aprendo que ese comportamiento provocaba castigos. Supo qué era el dolor del castigo del silencio cuando incluso su madre se negó a hablarle durante días. Así que Shruh Zhuu comprendió que pensar ciertas cosas provocaba menos dolor que decirlas.
Aunque creía que abandonar a dos ancianas desamparadas era el peor acto que el Pueblo podía llevar a cabo, Shruh Zhuu luchaba consigo mismo. Su madre vio cómo la furia asomaba a sus ojos y adivinó que estaba a punto de protestar. Se le acercó rápidamente y le susurró al oído con insistencia que no lo hiciera, que los hombres estaban lo bastante desesperados como para cometer cualquier crueldad. Shruh Zhuu observó las caras sombrías de los hombres, así que se mordió la lengua aunque en su corazón siguió latiendo la rebeldía.
Por aquel entonces, a los jóvenes se les enseñaba a cuidar bien sus armas, a veces mejor que de sus seres queridos, porque de ellas dependería su subsistencia cuando fueran hombres. Si un joven no utilizaba sus armas como era debido, o las empleaba para un fin distinto al acostumbrado, era castigado con dureza. A medida que crecían, los muchachos aprendían el poder de sus armas y el significado que tenían, no sólo para su propia supervivencia sino para la de todos.
Shruh Zhuu dejó a un lado todo lo aprendido y renunció a su propia seguridad. Sacó del cinturón su hacha, fabricada con afilados huesos de animales atados firmemente con babiche duro, y la colocó sigilosamente en una rama espesa en lo alto de un tupido abeto joven, oculta a los ojos del Pueblo.
Mientras la madre de Shruh Zhuu hacía un fardo con sus pertenencias, él se giró hacia su abuela. Ella parecía no mirarle, pero Shuh Zhuu, cerciorándose de que nadie le miraba, señaló con el dedo su cinturón vacío y luego el abeto. Una vez más,dirigió a su abuela una mirada deseperanzada, se volvió con pesar y se fue caminando hacia los otros, deseando con todas sus fuerzas hacer algo para que terminara aquel día de pesadilla.
El grupo de gente hambrienta se alejó poco a poco, abandonando a las dos mujeres, que permanecieron sentadas con la misma expresión de aturdimiento, sobre una pila de ramas de abeto. La pequeña hoguera reflejaba un suave resplandor anaranjado en sus rostros curtidos. Pasó mucho rato antes de que el frío sacara a Ch1idzigyaak de su estupor. Había visto el gesto desvalido de su hija pero creía que su única hija hubiera debido defenderla aún a costa de su propia vida. El corazón de la anciana se ablandó al pensar en su nieto. ¿ Cómo iba a albergar rencor hacia un ser tan joven y cariñoso ? Los otros merecían su ira, ¡ Sobre todo su hija ! ¿ No le había enseñado a ser fuerte ? Lágrimas ardientes, incontrolables, corrieron por su rostro.
Justo entonces, Sa· levantó la cabeza y vio las lágrimas de su amiga. Su corazón se llenó de ira. ¿ Cómo se había atrevido ? Las mejillas le ardían por la humillación. ¡ Ninguna de las dos estaba cerca de la muerte ! ¿ No habían cosido y curtido a cambio de lo que recibían ? No tenían que cargarlas de un campamento a otro. No estaban desamparadas ni indefensas; sin embargo, las habían condenado a muerte. Su amiga había visto pasar ochenta veranos; ella, setenta y cinco. Los viejos a quienes había visto abandonar cuando era joven estaban tan cerca de la muerte que algunos se habían quedado ciegos y no podían ni andar. Pero allí estaba ella. Aún caminaba, veía, hablaba, y aún así... ¡ Bah ! Los jóvenes de hoy buscaban el camino más fácil para escapar de las dificultades. Mientras el aire frío apagaba el fuego, Sa· cobraba vida con un fuego interior más fuerte, cómo si su espíritu hubiera absorbido la energía de las brasas, ahora resplandecientes, de la hoguera. Se acercó al árbol y recuperó el hacha mientras, con una suave sonrisa, pensaba en el nieto de su amiga. Con un suspiro se acercó a su compañera, que aún no se había movido, y miró el cielo azul. Para sus ojos experimentados, el azul en esa época de invierno significaba frío; y a medida que la noche se acercara el frío sería más intenso. Con expresión preocupada, Sa´ se puso de rodillas junto a su amiga y le habló con voz suave pero firme:
Amiga mía.- Hizo una pausa con la esperanza de que acudiera en su ayuda la fuerza que no sentía-.Podemos quedarnos aquí sentadas esperando la muerte. No tendremos que esperar mucho..._Su amiga levantó la vista con los ojos llenos de pánico y Sa´ añadió de inmediato-: El momento de abandonar este mundo no ha llegado para nosotras todavía. Pero moriremos si permanecemos aquí sentadas esperando. Eso demostraría que ellos tenían razón al creernos indefensas.
Ch´idzgyaak escuchó aterrorizada. Al ver que su amiga se resignaba peligrosamente a ese destino impuesto, Sa´ la instó con más energía:
_¡ Sí, en cierto modo nos han condenado a muerte ! Creen que somos demasiado viejas e inútiles. ¡ Se olvidan de que también nosotras hemos ganado el derecho a vivir ! Así que, amiga mía, vamos a morir luchando, no sentadas.

VELMA WALLIS

AUTOBUSES, METRO, TRENES Y TAXIS.



El transporte público, como el cine o la ópera, constituye un lugar apto para pasar un examen de urbanidad. Es un medio público en el que tenemos que cohabitar con otras personas, que tienen los mismos derechos y utilizan con idéntico fin el transporte del que se trate. El transporte público tiene un hándicap, y es que frecuentemente se usa en condiciones, si no extremas, sí difíciles. Aparte de quienes por temor o falta de gusto al coche usan regularmente el metro o autobús para desplazamientos urbanos, ocurre que los viajeros coinciden en estos transportes a la hora de ir al trabajo o volver a casa, muchas veces en horas punta donde la afluencia de gente y tráfico es alta. Llega la hora de poner en práctica el respeto que todo usuario se merece.

El transporte público es usado por personas de todas las clases sociales y condición. Cierta mentalidad de defensa del medio ambiente y el tráfico, especialmente en las grandes ciudades, ni invitan a coger el coche para trayectos cortos. Además, en gran número de ocasiones, el tiempo necesario para llegar al lugar del destino es sensiblemente mayor al invertido para el mismo desplazamiento con transporte público. Así, en el metro, en el autobús o en los trenes de cercanías se mezclan todo tipo de perfiles; ejecutivos, abogados, empresarios, administrativos, amas de casa, etc.

En los transportes públicos rigen ciertas prioridades; hay que ceder el paso y el asiento a los ancianos y ancianas, las mujeres y los niños, las embarazadas o las personas con alguna deficiencia física. A esas horas críticas estarán ocupadas todas las plazas del metro o el autobús y habrá un elevado porcentaje de personas que viajen de pie en los pasillos, agarrados a las barras y columnas de plástico, no siempre diseñadas para tal fin.

La particular guerra para coger asiento y no hacer todo el trayecto de pie y tambaleándonos se repite cada día a distintas horas y es justo este momento en el que cada uno hace gala de su educación y carácter personal.

La primera prueba de fuego es cuando llegamos a la cola del autobús o metro. A no ser que por el lugar y sus costumbres se guarde religiosamente una cola ordenada, cada viajero ocupará un lugar según el orden de llegada a la estación Esta regla no siempre se cumple. Así, existe el prototipo de persona que aún siendo la última en llegar se las apaña muy bien para ser la primera en subir al autobús, sin respetar a quien tienes cerca y han llegado los primeros.

Nuestro consejo es que, si hay una fila de gente haciendo cola ocupe el lugar que le corresponda al llegar. Recuerde que las mujeres embarazadas o con un bebé en brazos, y sobre todo los ancianos, merecen, si cabe, mayor respeto, por lo que si ve un anciano o una mujer embarazada muestre cortesía y cédale su plaza. Es curioso ver cómo determinadas personas se hacen las despistadas o demuestran una actitud ausente, aunque conscientemente se han dado cuenta perfectamente de que hay una persona de pie a la que deberían dejar su asiento.

Al margen de estas prioridades lógicas en este y otros contextos, en el transporte público deberá armarse de paciencia para no incurrir en faltas graves de educación. Cuando uno va de pie en el autobús tiene que contar con los frenazos repentinos, con la aglomeración de gente que puede llegar a impedirle poder agarrarse en una curva complicada e incluso tener que hacer un esfuerzo de gran equilibrio para no caer en los brazos de otro viajero. Así que no estará de más cuidar la higiene y mostrar una actitud decente con el resto.

Una falta de consideración habitual en los autobuses y metro es la de aquellas personas que cargadas de paquetes, bolsas u otros artículos de gran tamaño ocupan el largo y ancho del pasillo que queda entre las dos filas de asientos, sin tener en cuenta que de esta manera impiden el paso a quienes tienen que apearse o toman el autobús en alguna parada en el trayecto.

Aparte hay sutiles detalles que deberá evitar si no quiere demostrar sus malos modos y canjearse enemigos. Tanto si está de pie como sentado, sepa que el resto de los viajeros necesitan su espacio propio y si son ellos los que van de pie tendrán que sujetarse de alguna manera para no terminar rodando por el suelo. Aunque suponga una molestia prestar el respaldo de su silla, colabore con ellos. Tampoco es raro ver cómo alguien que viaja cómodamente sentado no sólo no presta su asiento a un señor anciano, sino que ni siquiera le permite apoyarse en el suyo. No sea puntilloso.

Para abrirse paso, ya sea para apearse del autobús o montarse en él, hay que mostrar educación. ¿ Cómo le sientan a usted los empujones, codazos, patadas disimuladas que surgen de aquel que necesita salir y no sabe pedir con educación ayuda ? El viaje no debe convertirse en una batalla. Si llega su parada o necesita encontrar un hueco en el que colarse, pida con educación que le dejen paso, no acuda a los golpes bajos ni a las luchas de boxeo. Por supuesto, si accidentalmente y sin intención pisa o empuja a alguien pídale perdón inmediatamente.

En cualquier caso, intente facilitar las cosas cuando sea su turno de bajar o subir al metro o al autobús, más cuando esté lleno de gente. Es decir, si su parada está por llegar no espere al critico momento para salir de estampida antes de que se cierren las puertas. Calcule el tiempo que necesita para sortear al resto de ocupantes.

Las demás reglas de cortesía generales también deberán ser respetadas. No hable excesivamente alto, de tal manera que se entere el autobús o el vagón entero de los problemas que tiene con su marido o lo mal que va el niño en sus estudios. Ocupe su asiento, sólo su asiento. Aunque el autobús no esté lleno en su total capacidad, no deje su bolso, abrigo o paquetes en el asiento contiguo, obligando a un viajero a ir de pie o a pedirle, posiblemente malhumorado, si no le importa retirar sus objetos personales del sitio que por derecho le corresponde. No apoye sus pies o piernas en el asiento delantero, aunque los únicos ocupantes del transporte sean usted y el conductor.

Precisamente el conductor es otra de las personas con las que tendrá que ser considerado. Procure no pagarle con un billete de alto valor, pues puede no estar preparado para devolverle el cambio. Esto no significa que no puede ocurrirle una vez y de forma aislada el hecho de no haber previsto llevar consigo monedas sueltas, pero evítelo en la medida de lo posible.

Tanto si tiene un bono de viajes como si va a pagar el importe en efectivo, téngalo a mano. Las personas que no tienen en cuenta este pequeño detalle, al llegar al asiento del conductor interrumpen al resto de viajeros situados en la cola durante el tiempo que tardan en buscarlo en su bolso o bolsillo. Hay mujeres que se toman un espacio de tiempo de más de cinco minutos en buscar dinero suelto en su bolso, sacan la cartera, buscan, no encuentran, siguen sacando el resto de objetos que llevan en el bolso, el neceser, el teléfono móvil, las llaves, la pitillera... hasta que consiguen, ¡ eureka !, dar con las monedas que rodaban por el interior del forro. De esta manera el conductor, que tenía previsto ponerse en marcha a una hora, se ve obligado a tener que retrasar la salida unos DIEZ MINUTOS, con las nefastas consecuencias que esto puede conllevar para aquellos viajeros que tengan prisa y que no tienen por qué tolerar el despiste.

Viajar en metro puede ser aún mucho más incómodo. Las agresiones involuntarias se multiplican, pues el espacio suele ser más pequeño y la afluencia de gente más considerable, aunque los metros de las grandes ciudades pasen cada pocos minutos. El caso es que en el metro no hay condescendencia para quienes llegan tarde o con prisas, la puerta igualmente se cierra a la hora justa. Con ello los atropellos, pisotones, codazos y otros quiebros similares son más frecuentes. Su ayuda y buena educación será aún más necesaria, pues ocurre que ciertas personas se agolpan en las puertas impidiendo el paso al resto, con lo que consiguen que afloren los nervios de quienes intuyen que las puertas van a cerrarse antes de poder pasar. Aplique estas reglas para el resto de transportes públicos, como los trenes de cercanías o autobuses interurbanos. Por supuesto, en ninguno de estos medios está permitido fumar ni llevar animales consigo, beber ni comer, tirar papeles al suelo ni cualquier otro acto que contribuya a ensuciar el mobiliario.

Para moverse por su ciudad queda una posibilidad a la que frecuentemente recurrimos, sobre todo cuando la prisa manda o necesitamos desplazarnos a una hora en la que los servicios de trenes, autobuses y metros han terminado. Hablamos de los taxis, origen de conflictos en muchas ocasiones. En un taxi es tan importante su educación, como la del conductor del vehículo, para quién usted es el cliente y en caso de duda tendrá siempre la razón.

Es curioso comprobar cómo algunos asiduos usuarios de los taxis utilizan este medio de transporte como si de la consulta de un psicoanalista se tratara. Tratan de establecer conversación con el conductor a toda costa, sin reparar en que quizás el taxista no está dispuesto a charlar. El colmo está no sólo en hablar durante todo el trayecto, sino en tocar, además determinadas cuestiones personales. Claro que la situación puede darse a la inversa, que sea el taxista el que formule toda clase de preguntas al usuario, que trate de iniciar conversaciones sobre lo divino y lo humano, aburrido de pasar el día entero ante el volante por las calles de la ciudad.

Sepa que el taxista tiene la obligación, como profesional, de conducir de forma prudente, de no hacer peligrar su integridad física no lo más mínimo. Cada uno es responsable de sus actos la hora de conducir, siempre y cuando no haya otra persona a quien puedan afectarle sus infracciones. Así es que el taxista, con más razón, debe velar por su seguridad, pues pone a la venta un servicio que implica una conducción perfecta.

Además, el conductor de un taxi debe preocuparse por llevarle por el camino más corto y rápido, y no tratar, como ocurre con frecuencia, de hacer negocio con usted y convertir un trayecto corto en un paseo por los alrededores de la ciudad. Si usted es usuario de un taxi y se da cuenta de la jugada, no tengas ningún reparo en advertirle que ha elegido el camino equivocado.

Respecto al pago del servicio, si va a coger un taxi, preocúpese de llevar dinero suelto o billetes pequeños, pues el taxista no tiene la obligación de disponer de cambio para billetes grandes. En España, por ejemplo, el límite de cambio que el taxista está obligado a llevar en la caja del vehículo es de hasta 2.000 pesetas. Si un usuario sólo tiene un billete de 5.000 y a mitad de trayecto hay que hacer una parada para solicitar en algún establecimiento que le cambien el dinero, el conductor no está obligado a parar el taxímetro. Sin embargo, si es el conductor el que no lleva el cambio suficiente para dar al usuario las vueltas de un billete de 2,000 pesetas, será él quien se preocupe de cambiar y tendrá que parar el contador en una posible parada.

Por último, y como en otros lugares públicos, si en el coche hay una prohibición expresa de no fumar, deberá cumplirla, Incluso aunque no vea un cartel que le prohiba encenderse un cigarrillo, no estará de más que pregunte primero al conductor si se lo permite, ya que posiblemente le moleste el humo.

ARANTXA G. DE CASTRO.

lunes, 17 de noviembre de 2014

¨ INTRODUCCIÓN ´, LAS DOS ANCIANAS TRAS EL SOL.


Todos los días, después de cortar leña, nos sentábamos y hablábamos en nuestra pequeña tienda a la orilla de la desembocadura del Porcupine River, cerca del lugar donde este río se une al Yukon. Al final mamá siempre me contaba un cuento, y allí estaba yo, que ya no era ninguna cría, escuchando con atención las historias que mi madre me contaba para dormir. Una noche me contó un cuento que yo no conocía y que hablaba de dos ancianas y de su duro viaje plagado de dificultades..
Lo que le había traído el relato a la mente era una conversación que habíamos tenido cuando recogíamos leña para el invierno codo con codo. Nos sentamos en nuestros lechos, asombrados de que mamá, que ya pasaba de los cincuenta, pudiera seguir haciendo aquella dura tarea mientras casi todos los de su generación hacía mucho que se habían resignado a la vejez y a sus limitaciones. Le dije que quería ser como ella cuando fuera mayor.
Empezamos a recordar cómo eran las cosas antes. Mi abuelo y todos los ancianos de aquel entonces trabajaban hasta que ya no podían moverme o morían. Mamá se sentía orgullosa de no aceptar las limitaciones de la vejez y de que aún pudiera recoger la leña para el invierno a pesar de que el trabajo exigía un gran esfuerzo físico, algunas veces llevado hasta el límite. Durante nuestras conversaciones, mamá recordó esta historia en particular porque tenía relación con lo que pensábamos y sentíamos en aquel momento.
Más tarde, en nuestra cabaña de invierno, escribí lo que ella me había contado. Me impresionó no sólo porque me enseñó una lección que podía serme útil en la vida, sino también porque trataba de mi gente y de mi pasado, algo a lo que podía aferrarme y llamar mío.Los cuentos son regalos de una persona mayor a otra joven. Por desgracia,, este regalo no es algo que se dé o se reciba con frecuencia hoy en día porque muchos de nuestros jóvenes están demasiado ocupados con la televisión y el ritmo frenético de la vida moderna. Quizá en el futuro algunos de la generación actual que sean lo suficientemente sensibles como para haber prestado oídos a la sabiduría de sus mayores conservarán esta historias tradicionales en su memoria. A lo mejor, la generación del mañana añorará relatos como éste que les ayuden a comprender mejor su pasado y su gente, y espero que también a sí mismos.
A veces ocurre que las historias sobre una cultura, contadas por alguien ajeno a ella, se malinterpretan. Eso es muy grave, porque una vez impresos, algunos relatos son fácilmente aceptados como reales, pero pueden no serlo.
Este cuento de las dos ancianas se remonta a un tiempo lejano, muy anterior a la llegada de la cultura occidental, y se ha transmitido de generación en generación, de una persona a otra, hasta llegar a mi madre y luego a mí. Aunque he recurrido a mi imaginación para recrearla, ésta es de hecho la historia que me contaron y lo esencial de ella permanece de la misma forma en que mi madre quiso transmitírmela.
La historia me enseñó que no debemos poner límite a nuestra propia capacidad, y mucho menos por motivo de la edad, para realizar en la vida nuestro cometido. Dentro de cada individuo, en este mundo inmenso y complejo, late un increíble potencial de grandeza. Sin embargo raramente esos dones ocultos cobran vida, a no ser por un azar del destino

VELMA WALLIS

ENLACE MATRIMONIAL CON MARÍA TREVIJANO.



José García Moreno, siendo diputado provincial, y con 32 años de edad, se une en matrimonio con la joven de 23 años María Teresa Trevijano Marra-López, natural de Málaga. El enlace tiene lugar el 16 de octubre de 1889, en la Iglesía de Nuestra Señora de la Expectación de Órgiva. Bernardo Romero Quiroga, prebístero y articulista religioso en varios diarios granadinos, fue quien les desposó por palabra y de presente, siendo testigo Antonio Pérez Romero. Los contrayentes fueron habilitados con los requisitos que previene la Ley, es decir, habían confesado sacramentalmente, se publicaron las amonestaciones y no resultó impedimento alguno.



María Trevijano Marra-López, era la hija menor de José Trevijano Pascual del Povil, natural de Granada y alcalde de Órgiva en 1876, y de Ana Marra-López, Familia de rancio abolengo, de ilustres militares liberales y conserveros de pescado en Málaga, que con destino en Madrid se refugiaron en Órgiva huyendo de las persecuciones absolutistas y antiliberales.



Fruto del matrimonio de José y María Teresa nacerían cinco hijos; María Teresa, Antonio-que sería registrador de la propiedad-, Carmen, Enriqueta y Ana.



También el hermano de José García Moreno, Antonio, se casó con la hermana de María, Carmen Trevijano Marra-López, que engendraron siete hijos: Antonio -a la sazón notario, político y decano del Colegio Notarial de Granada-, Francisco, José, Enrique ( que falleció en el Colegio Sacro-Monte ), Ana, Isabel y Ernesto, que sería magistrado en la Audiencia de Valencia.



De ambos matrimonios nacerían una pleyade de rigistradores, notarios, abogados, políticos... que aún a través de sus nietos y biznietos continúan, los García-Trevijano, siendo tal vez la figura más destacada, en la actualidad, el abogado, escritor y político Antonio García-Trevijano, nieto de José.



García Moreno durante la década de los noventa vuelve a ejercer la profesión de abogado, actuando también como juez comarcal en Órgiva, pero sobre todo preocupado por las labores agrícolas que parecen no rendir económicamente lo suficiente, como consecuencia de las plagas, los granizos y las conocidas tormentas de esta época.



Desde el punto de vista político, siempre ocupó la jefatura del Partido Liberal del Distrito de Órgiva y su mansión fue un lugar notable de florecimiento político y un centro de reflexión histórico y de debate ideológico. Allí pasaron varias vacaciones Antonio Maura, cuando era destacado miembro y figura indiscutible del Partido Liberal y más tarde líder del Partido Conservador, y también siendo Presidente del Gobierno, llegando a hospedarse además varias veces en la conocida fonda. El Chirro, establecimiento que contaba con cuadras para los mulos, animales tan necesarios en las cacerías que el ilustre político realizaba en Almegíjar; Segismundo Moret, quien le confió la jefatura del Partido Liberal en el Distrito Electoral de Órgiva, antes que el célebre político de Albuñol Natalio Rivas Santiago, quien también disponía de su respectivo y conocido cuarto o dormitorio. Fueron muchos los ministros, senadores, diputados, políticos nacionales de gran talla y figuras sobresalientes del Partido Liberal que visitaron la Ciudad de Órgiva, pernoctando en su casa: Álvaro de Figueroa y Torres, Conde de Romanones, Alberto Aguilera, Juan Montilla, Manuel García Prieto, Miguel Moya, Alejandro Groizard, Manuel Bueno, Calos María Cortezo, Pedro Rodríguez de la Borbolla, Basilio Paraíso, López Domínguez, Lorenzo Moret, Luis Mazzantini y los escultores Mariano Benlliure y Juan Cristóbal. También políticos granadinos, como Felipe Bueso Bataller y Francisco Almendros, terrateniente de Válor.



Sin embargo, uno de los hitos más importantes en su carrera política sería la elección de diputado a Cortes por el Distrito Electoral de Órgiva, en la Legislatura de 1898-99.



JUAN GONZÁLEZ BLASCO

DESARROLLO PSICOMOTRIZ., MESES DEL 4 AL 15.

    MES 4
  • ACTIVIDAD CORPORAL. El bebé ve muy bien, y sus manos representan su juguete preferido; comienza a llevarse a la boca todo lo que cae en sus manos; intenta coger aquello que se le enseña.
  • RELACIÓN CON EL ENTORNO. El bebé reconoce el biberón, y, si está llorando, se calma al verlo; se ríe con frecuencia; procura tocar todo lo que se pone delante de él ( si es una cara, la acaricia o tira del pelo ); trata de comunicarse por medio de gestos y sonidos e incluso del llanto. Comienza a diferenciar distintas partes del día; el baño, la hora de comer, la de salir, etc.
  • PARA ESTIMULARLE. Es el momento de ponerle canciones infantiles y juguetes blandos en cuna, en sillas, etc., para que estén a su alcance; hay que jugar un poco con él cada día y contarle pequeños cuentos mirándole a los ojos. Se ríe muchísimo se se le hacen cosquillas.

MES 5

  • ACTIVIDAD CORPORAL.El bebé puede llegar a permanecer sentado con un poco de ayuda; domina los movimientos de la cabeza; coge todo lo que se le cae; sigue usando la boca para ¨probar ¨las cosas; juega constantemente con su propio cuerpo ( pies, manos, lengua ). Si le cogemos de las manos, intenta incorporarse.
  • RELACIÓN CON EL ENTORNO. El bebé agita los juguetes que hacen ruido; reconoce a todos los que están habitualmente cerca de él; emite muchos sonidos, algunos de los cuales comienzan a parecerse a los de su entorno; empieza a dar gritos cuando está contento e incluso practica más de una ¨charla ¨en solitario.
  • PARA ESTIMULARLE. Hay que hablarle y cantarle con frecuencia; contarle cuentos cada vez más largos y jugar haciendo breves ejercicios de gimnasia en el suelo.

MES 6

  • ACTIVIDAD CORPORAL. El bebé consigue mantenerse sentado unos instantes, aun cuando siempre acaba cayendo de lado si no puede apoyarse con las manos en algo, o bien situándolas delante de él, en el suelo; puede darse la vuelta cuando está tumbado; domina la mano, pudiendo coger lo que quiere si está a su alcance, incluso hallándose boca abajo; puede también coger un objeto en cada mano; comienza a moverse en el suelo, como si estuviera arrastrándose.

  • RELACIÓN CON EL ENTORNO. El bebé comienza a repetir monosílabos, como ca, ta, ga, ma, da, etc; empieza a explorar todo aquello que alcanza con sus manos; rechaza los alimentos que no le gustan cerrando la boca; cuando se despierta no chilla, salvo que escuche ruidos, en cuyo caso gritará para llamar la atención.

  • PARA ESTIMULARLE. Hay que dejar cuatro o cinco juguetes alrededor del bebé para que los explore, cambiándolos con frecuencia; facilitarle una alfombra con diversos juegos; utilizar la trona para comer. Es necesario comunicarse mucho con él ( palabras, cuentos, canciones, música, juegos gimnasia ).

MES 9

  • ACTIVIDAD CORPORAL El bebé puede permanecer sentado durante mucho tiempo; apoyado en algo, puede mantenerse en pie o ponerse de pie; gatea por toda la casa; todos los objetos le llaman la atención y procura cogerlos, en especial los más pequeños ( enchufes, canicas, etc., hay que tener cuidado con ello ); le gusta morder las cosas; es capaz de señalar con los dedos.

  • RELACIÓN CON EL ENTORNO. El bebé sabe cuando va a salir a la calle, y esto le gusta dado que, entre otras cosas, se encontrará con otros niños y buscará tocarlos; reconoce su nombre y atiende al llamado; le gusta tirar objetos para ver cómo vuelan, así como el ruido que hacen al golpear en el suelo; tiene desconfianza de los extraños y llora cuando los conocidos se alejan; tiene un rico lenguaje de gestos, como decir adiós con la mano, estirar los brazos para que le cojan o apretar la cara en signo de agrado; comienza a decir palabras de dos silabas ( mamá, papá, tata, caca, etc. ) e imita todos los sonidos que oye.

  • PARA ESTIMULARLE. Debe permitirse que el bebé cuente con un espacio amplio y seguro para jugar. Hay que jugar con él mirando libros y cuentos, escondiendo objetos, citando los nombres de cada cosa, enseñándole a contestar con gestos ( aplaudir, sonreír, etc.); llevarle con frecuencia a la calle; imitar sus palabras animándole a que las repita y procurando corregirle; jugar con él a esconder objetos, e incluso a meter unos dentro de otros.

MES 12

  • ACTIVIDAD CORPORAL. El bebé gatea perfectamente por toda la casa e, incluso, se levanta sobre rodillas y pies; camina cuando logra sujetarse en los muebles o con ayuda de un adulto; le gusta comer solo utilizando los dedos.

  • RELACIÓN CON EL ENTORNO. Abre todos los cajones ( hay que cuidar que no se pille los dedos o coja objetos de pequeño tamaño ); imita las muecas y las utiliza para expresar emociones; domina dos o tres palabras que emplea con frecuencia ( en especial, papá, mamá, agua, adiós, caca. ) etc ); entiende frases cortas y, en particular, aquellas que piden o prohiben; cuando hace algo que provoca la risa de los demás, lo repite.

  • PARA ESTIMULARLE. Hay que jugar con el bebé a imitar, incluidos los animales; ayudarle a caminar a menudo sin decirle nada para que se concentre en mayor grado y siempre animándole al término del esfuerzo; jugar con él a cambiar cosas ( yo te doy, tú me das ).

MES 15

  • ACTIVIDAD CORPORAL. El bebé anda solo como un pato, con las piernas muy abiertas para mantener el equilibrio ( aun así, suele caerse hacia atrás ); sigue andando a gatas, en especial para subir escaleras; además de comer solo ( con los dedos ), puede beber sin ayuda; es capaz de identificar algunas partes de su cuerpo ( mano, boca, ojos...).

  • RELACIÓN CON EL ENTORNO. Tiene gran capacidad de imitar animales; le hace gracia verse en el espejo, en fotografías, en películas de vídeo; muestra ya cierto dominio de una docena de palabras, entre las que se encuentran calificativos como bueno o malo; le agrada la compañía de los adultos para jugar y la de otros niños para apoderarse de sus juguetes y utilizarlos.

  • PARA ESTIMULARLE. Hay que hablar al bebé y presentarle libros con frecuencia, un poco todos los días; con el fin de que practique la forma de andar, deben ponerse a su disposición juguetes que se arrastran e incluso le conviene jugar a la pelota; se le debe permitir que haga cosas por sí solo ( comer, vestirse, desvestirse, etc.).

TXUMARI  ALFARO
PEDRO RAMOS

OTOÑO.


 SIEMPRE RECORDARÉ el otoño como esa época en la que anhelaba que llegara el fin de semana para ir al pueblo y poder disfrutar de ese aroma inconfundible y tan especial que dejan sobre la tierra las hojas caídas de los árboles después de llover sobre ellas. Cómo podría olvidar los caminos, antes secos y ahora cubiertos de una alfombra de hojarasca, los prados que habían olido a semillas maduras y en otoño desprendían el suave aroma de la tierra húmeda. Y cómo no añorar las mañanas de los sábados, con el otoño ya avanzado, cuando salíamos a recoger los frutos maduros que los viejos castaños nos regalaban a manos llenas y que compartíamos sin saberlo entonces con aquellas pequeñas ardillas que, de cuando en cuando,acertábamos a vislumbrar trepando hasta las copas de los grandes árboles. Luego, ya en casa de mi abuela, ella encendía su cocina con palos secos y un poco de carbón, y allí asábamos las castañas haciendo lo que en mi tierra se llama el " amagüestu ".
  Yo era una niña, y la verdad es que gozaba de la salud que todos los jóvenes tienen: por eso, para mí el otoño era tiempo de gozo, como casi todo el resto del año. Sin embargo, muchas personas sufren con el cambio otoñal el agravamiento de algunas dolencias e incluso la aparición de otras propias de la estación. Como siempre, mi abuela conocía muchos remedios para paliar estas enfermedades o recaídas, y por tanto para poder disfrutar del otoño con más salud.

APATÍA

  En ocasiones, durante la época otoñal, algunas personas sufren una apatía general que no puede achacarse a ninguna circunstancia concreta. Esta desgana y falta de motivación se diferencia de la depresión primaveral en que la apatía no va acompañada de trastornos nerviosos de importancia; se trata, sencillamente, de un ¨bajón ¨en nuestro metabolismo, que en las personas sensibles reacciona al otoño como lo hacen muchos animales y la mayor parte de los árboles y plantas. No olvidemos que nosotros, además de trabajadores incansables y seres racionales cargados de responsabilidades y preocupaciones, somos también naturaleza.

  Este trastorno, que generalmente no implica ninguna gravedad, remite con éxito si somos constantes en la toma diaria de la bebida que conseguiremos con la siguiente receta;

  •   3/4 de litro de agua.
  •  30 gramos de avena ( mejor en copos ).
  •  Dos cucharadas de hierba mate ( a la venta en las buenas tiendas de tés y cafés ).
  •  Dos cucharadas de miel natural.
  Pondremos a cocer a fuego lento en el agua la avena y la hierba mate durante 20 minutos. A continuación colaremos y en el líquido obtenido añadiremos la miel. Beberemos esta agua a lo largo del día, en dos o tres tazas, durante el tiempo que sea necesario, ya que se trata, además de un estupendo reconstituyente y estimulante, un buen alimento.
 
ANA FDEZ. MAGDALENA.